Gonzalo Bernardos, el destacado economista y colaborador de La Sexta Xplica, ha compartido sus críticas sobre la situación laboral de los jóvenes españoles, a quienes califica como la “mejor formada de la historia”. Esta generación, según Bernardos, ha recibido un apoyo inestimable de sus familias, que disfrutan del “mayor colchón familiar de la historia”. Sin embargo, esto podría ser una espada de doble filo que afecta su capacidad para acceder al empleo.
Dependencia emocional y patrimonial
El economista señala que esta cercanía emocional y económica entre los jóvenes y sus padres crea un obstáculo significativo. Bernardos critica que muchos de ellos no están aprovechando las oportunidades disponibles, y en su lugar, él observa una tendencia a quejarse. La dependencia de los progenitores—lo que él denomina “mamitis y papitis”—restringe la autonomía de los jóvenes, afectando su desarrollo como profesionales independientes.
Un ejemplo cotidiano de esta situación lo encuentra en su propia experiencia como profesor en la facultad de Económicas. A menudo, recibe llamadas de padres que buscan matricular a sus hijos en programas de posgrado a edades en las que deberían estar tomando decisiones por sí mismos, como es el caso de alumnos de 28 años.
Una generación consentida
Según Bernardos, los jóvenes de hoy están “culpables de sus pocas ganas de progresar en el trabajo” porque “mamá y papá se lo han dado todo hecho”. Esta afirmación puede resultar controversial, pero se fundamenta en su observación de que muchos no están dispuestos a arriesgarse y crecer profesionalmente. La comodidad de permanecer en la casa familiar, tomando decisiones menos arriesgadas, les limita en términos de desarrollo personal y profesional.
Para ilustrar su punto de vista, Bernardos comparte su propia experiencia. Cuando terminó sus estudios, se compró una casa sin ayuda, a pesar de que su padre, un gestor con experiencia en el área, no interfirió en el proceso. Esta comparativa resalta cómo las dinámicas familiares actuales tienden a ser más protectoras y sobreprotectoras, eclipsando la autonomía que muchos jóvenes deberían estar cultivando.
El aprendizaje a través del error
A lo largo de su carrera, Bernardos ha aprendido que cometer errores es fundamental para el crecimiento personal y profesional. Afirma: “Cuando más he aprendido en esta vida es cuando me he equivocado, y me he equivocado muchísimas veces”. Creer que los errores hayan que evitarlos impide que los jóvenes adquieran el tipo de resiliencia necesaria para sobresalir en un entorno laboral competitivo.
En este contexto, Bernardos apela a que los padres deben permitir a sus hijos tomar decisiones, aun si existe la posibilidad de error. “Cuando aparece un problema no hay que decir: ¡no!, que tomen decisiones; porque si se equivocan, aprenderán”, enfatiza. Su deseo es ver a los jóvenes enfrentar situaciones difíciles sin temor a fallar, argumentando que es parte del proceso de aprendizaje.
¿Contra los jóvenes o con ellos?
En diversas ocasiones, Bernardos ha defendido a las generaciones anteriores en su trabajo; sin embargo, aclara que “no estoy en contra de los jóvenes”. Reconoce que, a pesar de ser la generación mejor preparada académicamente, también son “excesivamente consentidos”. Aquí surge la pregunta: ¿qué es lo que están perdiendo por depender demasiado de sus padres?
Resalta el valor del equilibrio entre el cariño familiar y la necesidad de ser independiente. Una educación sobreprotectora puede tener efectos negativos a largo plazo, y es importante buscar un balance que permita a los jóvenes crecer y convertirse en adultos responsables.
Fomentando la autonomía y la toma de decisiones
Bernardos utiliza su propia experiencia como padre para ilustrar su enfoque. En su hogar, él enfatiza la importancia de la toma de decisiones, recordando a sus hijos que “haz lo que creas oportuno”. Este enfoque fomenta la autonomía y permite que enfrenten las consecuencias de sus elecciones.
“Yo solo les aconsejo según lo que he vivido, pero no tengo siempre la razón… tira para adelante, que no pasa nada si te equivocas… ya rectificarás”, añade. Esta filosofía de vida busca preparar a los jóvenes no solo para el trabajo, sino para los retos que les esperan en un mundo cada vez más complejo.
En resumen, Gonzalo Bernardos presenta un enfoque crítico sobre el acceso al empleo de los jóvenes españoles, animándolos a superar la dependencia de sus familias y a afrontar con valentía los retos laborales que se les presentan. Mientras que sostiene que son la generación mejor formada, también hace un llamado a la reflexión sobre cómo la sobreprotección puede limitar su crecimiento.