Vivimos en una era donde las redes sociales desempeñan un papel crucial en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, y en el ámbito de la seguridad vial, su impacto es notable. Las autoridades, en este caso, la Dirección General de Tráfico (DGT), se enfrentan a un nuevo frente de trabajo: investigar delitos viales que se viralizan en plataformas como Facebook, Instagram o TikTok. Pero, ¿cómo se aborda un caso en el que un vídeo expone un comportamiento inapropiado al volante?
Proceso de investigación
Una vez que los agentes del Grupo de Investigación y Análisis de Tráfico (GIAT) tienen acceso al vídeo, su labor comienza. “El primer paso es revisar si efectivamente podría tratarse de un delito. Esto involucra confirmar la fecha y el lugar de ocurrencia del hecho. Si el vídeo fue grabado fuera de España o si ha transcurrido mucho tiempo desde que ocurrió, el caso podría no avanzar”, aclara el guardia Gutiérrez, experto en análisis digital forense.
Una vez que se comprueba que el contenido puede ser judicialmente relevante, el GIAT inicia el proceso de identificación del conductor infractor. “Partimos de la información disponible, que incluye la cuenta que subió el vídeo y el correo electrónico asociado. Así, seguimos una serie de pistas basadas en la fecha y el entorno del incidente. La inmediatez suele ser un factor, pues quienes graban suelen subir los vídeos casi al instante”, añade Gutiérrez.
Cadena de custodia
Los investigadores no sólo basan su trabajo en intuiciones. Al contrario de lo que ocurre en la mayoría de expedientes policiales, en estos casos el propio vídeo se convierte en la prueba desde el inicio. Pero, ¿cómo se garantiza que este material no ha sido manipulado? La respuesta está en la cadena de custodia. Cada vídeo cuenta con un registro de autenticidad que acompaña a la prueba audiovisual durante toda la investigación, asegurando su integridad hasta que llega al juez.
Eso no es todo; el GIAT también debe documentar meticulosamente cada paso del análisis para que la prueba sea sólida y admisible en un tribunal. “Esta cadena de custodia es crucial. Sin ella, cualquier atisbo de duda sobre la validez de la prueba podría debilitar el caso”, asegura el capitán Garciamartín.
Pixel a pixel
Los problemas de identificación a menudo surgen cuando el vídeo no permite ver con claridad quién está conduciendo o qué vehículo es. Aquí, el análisis se vuelve extremadamente detallado. “A veces, revisamos las imágenes pixel a pixel. Cada pequeño detalle puede ser clave para identificar el modelo de coche o moto involucrado. Si la carretera o el entorno permiten ubicar el lugar, podemos solicitar imágenes de las cámaras de la DGT para obtener la matrícula y más información”, explica Garciamartín.
Esto se ejemplifica en un caso donde se investigó un exceso de velocidad. El conductor sobrepasó los 200 kilómetros por hora, y al principio no fue posible determinar su ubicación exacta hasta que, tras múltiples visualizaciones, se localizó el punto kilométrico en la carretera. Este trabajo meticuloso a menudo es lo que define el éxito o fracaso en la identificación de los infractores.
¿Cuánto tiempo requiere la investigación?
La duración de la investigación puede variar significativamente. Según el capitán, los casos más sencillos podrían resolverse en un par de semanas. Sin embargo, si se requieren herramientas adicionales para la identificación, puede tardar varios meses. “Cada caso tiene su complejidad, y a veces, el tiempo es el mejor aliado para encontrar toda la evidencia necesaria”, señala. La paciencia es clave, tanto para los investigadores como para la justicia.
La labor de las autoridades no solo se restringe a cuestiones de identificación; también buscan tener un impacto pedagógico sobre la conducción responsable. La posibilidad de que un vídeo se convierta en una herramienta de responsabilidad y conciencia social puede ser un elemento disuasorio ante comportamientos imprudentes al volante.
Así que, la próxima vez que te encuentres deslizando en tus redes sociales, podría ser que diste un vistazo a un vídeo que, en lugar de un simple entretenimiento, termine generando una investigación que repercuta en la seguridad de las carreteras. ¿Estamos preparados para asumir las responsabilidad de nuestras acciones en línea y sus efectos en el mundo real? La tecnología sigue avanzando, y con ella, la necesidad de que nuestra conciencia y comportamiento como conductores se mantenga a la par. Mantengámonos alertas y responsables, porque cada publicación cuenta y cada conducta al volante puede estar siendo observada. ¿Estamos dispuestos a reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones?